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| | ¿Por qué es necesario y posible educar en sexualidad? | | Para intentar aclarar este interrogante, comenzaremos por definir, qué entendemos por EDUCACIÓN, y qué por SEXUALIDAD. | Dr. Eduardo Arnedo |
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Sabemos que el término educación proviene de "Educere", que significa "sacar fuera", es decir que ésta no debe conformarse con brindar información (concepto bancario de la educación), sino que debe ir más allá, desarrollando facultades intelectuales y creativas, generando una actitud crítica y reflexiva en el educando; de modo que sea sujetoy no objeto de educación.
La sexualidad nos permite un conocimiento profundo de nosotros mismos. A diferencia de funciones como la digestión, la respiración, la circulación... (cuyo estudio también nos permite conocernos en diversos aspectos) la sexualidad nos invita y ayuda a comprendernos como personas. Es una fuerza vital, positiva y enriquecedora en la vida humana, con tres aspectos o vertientes principales; una biológica, otra cultural (en permanente transformación) y por último, una vertiente re-creativa en donde se juegan la libertad, los sentimientos, el amor, la identidad y en última instancia la felicidad de cada uno.
Es oportuno mencionar cómo define la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (1974) a la Salud Sexual:
"SALUD SEXUAL ES LA INTEGRACION DE LOS ASPECTOS SOMATICOS, AFECTIVOS, INTELECTUALES Y SOCIALES DEL SER SEXUADO; DE MODO TAL QUE DE ELLA DERIVE EL ENRIQUECIMIENTO Y EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD HUMANA, LA COMUNICACION Y EL AMOR"
Sin embargo, y a pesar del llamamiento que enfáticamente realizó la OMS (hace más de 20 años) al equipo de Salud Humana y a los Educadores, todavía seguimos careciendo de una formación sistemática en este campo (OMS: Informe Técnico N° 572 sobre "instrucción y asistencia en cuestiones de Sexualidad Humana" y Cuaderno de Salud Pública N° 57 sobre "Las enseñanzas de sexualidad humana en las escuelas de formación").
Paulo Freire, sostiene que el ser humano nace "inacabado", "inconcluso" (Freire, P. 1979, 21). El hombre se sabe inacabado y por eso se educa. No habría educación posible, si el hombre fuera un ser acabado, completo. Nos preguntamos ¿qué soy?, ¿de donde vengo?, ¿donde puedo estar?. El hombre es un ser en búsqueda de ser más.
En Sexualidad, los seres humanos también nacemos incompletos, "sexo-eróticamente inacabados", por ello es que necesitamos de aprendizajes para desarrollarnos saludablemente en nuestro largo y conflictivo "proceso de sexuación".
Podríamos comparar este desarrollo con el aprendizaje de la lengua materna, y en ese sentido, todos saben que nacemos con “caminos cerebrales” que posibilitarían el habla, cuerdas vocales, laringe y pulmones, pero no nacemos hablando. Incluso no venimos programados para hablar inglés, francés o castellano; podríamos aprender a articular cualquier idioma. Se nos estimula con paciencia y preocupación, y en ocasiones hasta "presionando" al niño cuando tiene un ritmo de aprendizaje diferente.
Pero, ¡cómo cuesta pensar a la sexualidad en este sentido!. Se nos dice por ejemplo "la sexualidad es natural", con lo cual deberíamos aceptar que no necesitamos de aprendizajes; de tal suerte que a una edad determinada "todas" las personas deberían saber lo mismo, ya que desde este punto de vista "naturalmente" tendrían que aparecer ciertos conocimientos. Pero las diferencias de una cultura a otra, las que ocurren dentro de una misma cultura, las diferencias personales nos demuestran lo contrario. Justamente, aprendemos cosas diferentes, de acuerdo con la cultura en la que vivimos, la familia que tuvimos, la educación que recibimos, las experiencias personales, etc.; todo ello hace que cada uno de nosotros viva su sexualidad de un modo muy particular.
En realidad hasta ahora estuvimos siendo socializados en sexualidad, "pero no educados para la sexualidad". Es decir recibimos de generación en generación, mitos, prejuicios y creencias, que luego transmitimos a nuestros hijos y educandos, sin reflexionar acerca de la multiplicidad de dificultades que tuvimos para ejercer nuestra propia sexualidad.
Generalmente nos acordamos de la Educación Sexual, cuando estamos frente a un conflicto: embarazo adolescente, abuso sexual, enfermedades de transmisión sexual, trastornos de la identidad sexual, etc. En este sentido, pensemos como podría reaccionar un niño o un joven que desde siempre se le dijo "!de esto no se habla!", y luego, cuando aparece una dificultad le decimos "!hablemos!", o peor cuando traemos a un "experto" que nos ayude a ocultar nuestras propias carencias.
La necesidad de una verdadera y honesta educación sexual, a la que nos referimos, tiene que ver con una nueva educación, que respete las expectativas de cada uno; visualizando el foco de la misma como un diálogo continuo y un proceso mutuo de exploración y descubrimientos acerca de QUIENES SOMOS y COMO nos relacionamos con los demás.
Lamentablemente observamos lo frecuente que resulta en la práxis educativa, el que el profesional opere desde su "sexosofía" (filosofía personal de lo sexual) y no desde la Sexología. De allí que resulte pertinente recordar la siguiente premisa educativa en sexualidad: "LOS EDUCADORES NO TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE AYUDAR, PERO SI TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE NO ENFERMAR.
En la actualidad se habla y se discute sobre las ventajas y utilidades de la Educación Sexual y la progresiva aceptación que está teniendo en los más diversos países y esto parece indicar que se trata de una conquista irreversible de la humanidad. Surge por lo tanto la necesidad imperiosa de definir los conceptos y la filosofía de vida que se debe imprimir a este tipo de educación.
La Educación Sexual no está formalizada en la enseñanza de nuestro medio como asignatura curricular. Sin embargo, la sexualidad humana se expresa en la mayoría de las actividades de la especie, aún en las más simples y cotidianas; por lo tanto diversos aspectos psicológicos, biológicos y culturales estarán implícitos en el comportamiento.
Pero, ¿desde dónde se educa en sexualidad?: sabemos que no existe una ideología en general, sino ideologías ligadas a grupos y clases sociales que emanan de las prácticas de esos grupos y clases. De hecho, la sexualidad humana está fuertemente vinculada a la cuestión ideológica.
Aller Atucha completa los trabajos de Jorge Paillés proponiendo la co-existencia de "corrientes ideológicas" que aparecen en América Latina, en el modo de encarar la información, orientación y educación sexual, las que podemos resumir como sigue:
corriente moralista: indica comportamientos universales deseables y sanos, condena el placer sexual sin una finalidad reproductiva, justifica el acto sexual con fines procreativos. corriente erótica: opuesta a la anterior, establece el placer como un fin en sí mismo, desvaloriza la sexualidad como expresión de amor, está inmersa en la publicidad y el consumismo. corriente biologísta: transmite información sobre anatomo-fisiología de la reproducción humana, compara la sexualidad de las distintas especies desde el concepto de instinto. corriente psicologísta: propone que todas las dificultades sexuales tienen como origen una conflictiva psíquica, sin considerar los componentes que tienen que ver con los aprendizajes. corriente mecanicista: pretende solucionar cuestiones vivenciales mediante la enseñanza de mejores técnicas sexo-genitales. corriente patologista: se limita a los aspectos problemáticos del ejercicio de la sexualidad, asociando la vivencia sexual sólo con el dolor y el sufrimiento. corriente integradora: considera al Hombre como unidad bio-psico-social, dejando de lado el componente existencial, pretende dar respuesta, no problematiza. dialógica problematizadora: se basa en la propuesta de educación horizontal (Freire, P., 1973) defiende la elección existencial del comportamiento sexual de cada individuo.
La salud se concibe en nuestros días como una relación de equilibrio dinámico entre el individuo y su ambiente, interno y externo. Desde esta perspectiva estar sano es un proceso meta-estable que implica no sólo la ausencia de patologías clínicas sino la sensación de bienestar general de la persona en tanto tal. De hecho, la sexualidad forma parte de este equilibrio ya que en general cada acto de la vida está relacionado con el ser sexuado que es el Hombre, quien así se comporta frente al mundo.
Por otro lado no existen conductas sexuales universales (Aller Atucha, L. l988, 60), cada uno de nosotros se comporta sexualmente como "puede" y de acuerdo a una compleja interacción dialéctica entre la herencia y el ambiente (Money, J. 1978, 38-39). El Hombre con su cultura, su momento histórico, su geografía, su realidad individual modela para sí su propio modo de "ser sexual" ejerciendo su sexualidad como acto de comunicación, de amor, de alegría, de placer, de desenfado, etc.; pero también de violencia, sometimiento y opresión.
La medicina de hoy ha dejado de ser puramente curativa para prestar especial atención a las acciones de promoción y prevención. En cualquier ámbito en el que tenga lugar, la Educación, es considerada como una de esas acciones ya que a través de ella se motivan conductas sanitarias positivas que contribuyen a evitar que el individuo enferme. Pero en la mayoría de los textos de enseñanza media aparecen como acciones de salud la alimentación, la higiene, la vestimenta adecuada, la distribución horaria de actividades, etc. No se menciona la sexualidad como parte del comportamiento humano y de hecho como una de las acciones de salud. En ocasiones, se mencionan los aspectos patológicos, llegando los más actualizados, a la fisiología de la reproducción sexual humana.
En Sexología, la experiencia de consultorio muestra que la demanda sanitaria no se centra en aquellos aspectos sino que apunta a la búsqueda de una sexualidad placentera como parte elemental de la existencia del sujeto y que los "mensajes" que inhiben el flujo natural de la expresión sexual son, en buena medida, parte de la pluricausalidad que provoca las disfunciones sexuales más frecuentes que llevan al individuo a la consulta.
Aunque en opinión de Helen Kaplan la terapia sexual haya progresado hasta el punto de que es posible tratar con resultado positivo a un porcentaje relativamente alto de pacientes, estamos convocados a educar para que la población sana no enferme. Pues la Educación es acción de prevención primaria para la salud.
Salud sexual no es lo que logran los mitos culturales que inducen a las culpas por el autoerotismo, a la elección inadecuada de la pareja, a la prohibición de la sexualidad plena para los individuos mayores. Este camino de "NO al placer" tiene destinos posibles de reacciones encadenadas: eyaculación precoz, dificultad erectiva, desavenencia conyugal , ruptura de vínculos afectivos, familia en peligro, etc.
Saber sobre sexualidad, es saber sobre nosotros mismos, por que es una fuerza vital y enriquecedora, "centinela de la vida", que emergiendo de la condición fisiológica del ser humano, se proyecta hacia una forma de comunicación de alto contenido afectivo. El amor que podemos tener en pareja y en familia nos ayuda a tener "conciencia de vida", mientras que el placer que podemos tener en la intimidad sexual no ayuda a mejorar nuestra "calidad de vida".
BIBLIOGRAFIA: ALLER ATUCHA, Luis M.: “Sexualidad humana, una aproximación metodológica e ideológica”. Lima. Ed. Gráfica Labor. 1986. ARNEDO, Eduardo: "¿Por qué es necesario y posible la educación sexual?". Rev. La Tiza. UEPC. 1992. CALDERONE, Mary.: "El libro de la familia y sexualidad". New York, Banatm Books, 1981. CALDIZ, Laura: "Viviendo nuestra sexualidad". Ed. Estaciones. Buenos Aires. 1987. FREIRE, Pablo: “Conversando con educadores”. Barcelona. Roca Viva. 1990. MONEY, J. y TUCKER, P.: “Asignaturas sexuales”. Madrid. A.T.E. 1978. KAPLAN, Helen: “El Sentido del Sexo”. Editorial Grijalbo. Buenos Aires. 1984.
Dr. ARNEDO R. EDUARDO Especialista en Sexología Clínica y en Educación Sexual Psicoterapeuta – Terapeuta de Pareja | | |
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