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Embarazo adolescente
Diferentes miradas sobre un mismo tema
En mi tarea docente por más de quince años con adolescentes, el tema del embarazo me ha llevado a tener una mirada particular al respecto.
Silvia Inés Darrichón - Sexóloga Educativa
 
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En este artículo me referiré solo a la joven embarazada. La situación del joven es diferente y merece un tratamiento separado.
Para analizar el tema debemos tener en cuenta el medio de pertenencia de la adolescente ya que no tiene el mismo significado en los diferentes grupos socioculturales. En las familias pertenecientes a sectores más carenciados es frecuente oír a la madre de la joven decir “a mi me pasó lo mismo”, naturalizando el hecho hasta como esperable. En estos casos el nuevo ser pasa a integrar el grupo familiar sin que estén claramente establecidos los roles de madre, padre y abuelos. En otros sectores, pasado el primer impacto, los abuelos esperan la llegada del niño/a como un hijo más, cuando debería ser la madre la responsable de la crianza, confundiéndose también los roles.
Lo cierto es que nuestros niños y jóvenes están cada vez más solos/as. La post-modernidad, marcada por la inmediatez y el aislamiento, la falta de proyectos, hace que en muchos casos el embarazo se convierta en un “proyecto de vida” para la joven, a través del cual puede canalizar la afectividad, sentirse necesitada, valorada, llegar a “ser” a partir de “ser madre”.Esto acontece no solo en los sectores más desprotegidos, donde por supuesto se agregan dificultades y complicaciones. A la carencia afectiva se suma la crisis socioeconómica que ha marcado fuertemente a la familia en los últimos tiempos.
El Programa Nacional de Planificación Familiar garantiza la provisión de manera gratuita de los anticonceptivos y cada provincia debe además, garantizar acciones de información y educación para que nuestras mujeres puedan, a partir del conocimiento de los métodos, incluso los naturales, elegir junto a sus parejas y los profesionales de la salud, el que crean más conveniente.
Sin embargo los embarazos no planificados en nuestras adolescentes se siguen produciendo y cada vez en número mayor, lo que deja en evidencia que garantizar la provisión de anticonceptivos no es suficiente para enfrentar el problema.
En tiempos pasados el embarazo en esta etapa de la vida era vivido con vergüenza, ocultamiento, condenado familiar y socialmente, significaba el abandono de la escolaridad en la mayoría de los casos; las instituciones educativas no estaban preparadas para acompañar a la joven. Actualmente estamos en el otro extremo, la embarazada pasa a ser hasta admirada por sus pares, facilitándosele las tareas escolares, cuando en realidad se deberían sumar responsabilidades. Acompañar y contener a la menor embarazada, con todo lo que ello implica es un deber pero de ningún modo se puede convertir en un modelo para sus compañeros.
Los bebés que llegan a este mundo, deberían tener una mamá y un papá capacitados, desde la madurez, no solo biológica, sino psicológica y afectiva para garantizar la crianza. La especie humana es una de las que más atención y cuidado necesita para sobrevivir, alimento, abrigo, protección y sobre todo afecto durante un período prolongado de tiempo.
El embarazo adolescente al igual que otras dificultades que plantea el ejercicio de la sexualidad se evitarían, en gran medida a través de una adecuada y oportuna educación sexual desde etapas tempranas de la vida; por “acción u omisión”, “conciente o inconscientemente” estamos haciendo educación sexual, desde nuestras manifestaciones de afecto, de contacto, de ternura, de nuestros silencios y la transmisión de mitos y creencias.
Acuerdo que la educación sexual es una responsabilidad primaria de la familia, y la escuela como institución, debe completar y acompañar a la familia en este proceso. Muchas veces la familia no cumple con este rol, ya sea por que no está o por que no puede, o no sabe como.
En el ámbito educativo también “decir que no se hace educación sexual es un error, por que se está haciendo; sería mejor pensar, reflexionar, docentes y padres, sobre qué educación sexual queremos para nuestros niños y jóvenes”.
Las consecuencias de la falta de educación sexual se ve en el sistema de salud a través de embarazos prematuros, complicaciones de abortos, infecciones de transmisión sexual, abuso sexual. La prevención se debe hacer desde el sistema educativo.
Debemos tener en cuenta que la sexualidad no es un problema como generalmente se viene tratando en la currícula, el tema entro en nuestras escuelas a partir del vih/sida, los abortos y abusos, inculcando el “miedo” como forma de prevenir, la verdadera prevención se debería hacer desde el bienestar y la salud. Hemos visto a lo largo de la historia del hombre que el miedo en ningún caso evitó las grandes pandemias que llevaron a miles de muertes. El castigo, la negación y la prohibición no han dado resultados, comencemos a hablar de comunicación, respeto, afecto y sobre todo PLACER.

 Solicitar info por mail |  Fecha:19/08/2009 8:31:05
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