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| Espacio: Pensando la sexualidad humana… | Parte III:“ Infancias adolescencias y juventudes” | | ¿Que entendemos sobre las infancias, adolescencias y juventudes? Para comprender a aquellos a quienes pretendemos educar es esencial interpretar a estas jóvenes generaciones en sus diversas subjetividades en construcción y nuestro rol como educadores, que en una “conversación educativa” escuche y habilite la palabra de las mismas, reconocer en “los menores” a sujetos de deseo que demandan de un adulto consistente que los guié en “los ensayos” que realizan camino a la adultez. | Prof. Laura Van Dembroucke |
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Las infancias: Acordamos con Zelmanovich, 2008, considerar “las infancias en plural para dar cuenta de las distintas formas de transcurrir ese período de la vida, superando esta descripción psicoanalítica de una etapa de la vida, proponemos pensar la infancia como un entramado histórico y social que construye subjetividades, en los procesos de transmisión de la cultura. Si revisásemos la historia de las infancias tanto en las diferentes culturas, grupos sociales, etnias, podríamos comprender las diferentes maneras de ser niños, así podremos desnaturalizar y complejizar los modos de concebir a un niño, las distintas transformaciones de las relaciones entre los niños y los adultos a lo largo del tiempo y en diferentes culturas y sectores sociales, aún en una misma época. Para pensar el niño como sujeto, dice Zelmanovich, significa pensar en una subjetividad en vías de constitución, que no está dada desde el vamos. Significa pensar en una subjetividad que se constituye en el discurso de los adultos. Para la construcción de un niño como sujeto es necesaria la relación asimétrica con el adulto, quien debe reconocer en ese niño la vulnerabilidad y lo que esta le demanda en su condición de adulto. El desafío actual es entonces mantener la asimetría, reconocer la vulnerabilidad del niño y tramitar nuestra vulnerabilidad en el mundo de los adultos.
Pubertades y Adolescencias: Cuando hablamos de pubertad, podríamos decir que el cuerpo habilita esta etapa, se evidencia los cambios puberales (el vello púbico) a partir del funcionamiento diferencial de las hormonas, aparición de los caracteres sexuales secundarios, la menarca, la primera polución, etc. en Este período es el punto de partida para distinguir las adolescencias, más abarcativas ya que vincula la cultura y la sociedad. Así como hablar de infancias lo hacemos desde una perspectiva histórica y sociológica, hablar de pubertades y adolescencias, nos ubica en una perspectiva de la constitución subjetiva entramada en un contexto social y cultural. (Zelmanovich 2008). Las sexualidades adolescentes están condicionadas por estos cambios corporales que tienen su correlato en la subjetividad adolescente, y fuertemente influidas por los mandatos sociales y culturales que contribuyen en la construcción de las identidades como varones y mujeres. El adulto tiene que contribuir a procesar estos cambios para que se logre una buena apropiación del cuerpo y una vivencia de la sexualidad de manera saludable y placentera. Decir saludable es incluir la responsabilidad y la libertad en el hacer, el cuidado, la preservación y la defensa de los Derechos Sexuales.
Juventudes: continuando con el enfoque anterior, podemos pensar la juventud como un período de la vida con límites variables acorde a la cultura y el contexto, en las que podemos reconocer la diversidad de manera de experimentar “la juventud”. Por esto mismo podemos referirnos a ella en plural como múltiples y diversas juventudes, como “una construcción construcción histórica, social y cultural y no a una mera condición de edad” (Zelmanovich, 2008). Esta autora hace referencia a los jóvenes como personajes que atraviesan un drama subjetivo, dice al respecto: “la palabra drama da cuenta de vicisitudes por las que está atravesando un sujeto que está en vías de constitución, que está "ensayando" cómo procurarse un lugar desde el cual pararse para afrontar el mundo de los adultos. Enfatizamos esta idea de ensayos que refieren al drama subjetivo que se está jugando. Ensayos que le permiten al sujeto entrar y salir de ese mundo hasta que se pueda instalar "de verdad". Esto es, hasta poder sostener en términos propios la escena del mundo, asumiendo y afrontando las consecuencias de sus actos”. El adulto suele hacer real ese personaje y no le da opciones para una salida transicional, de probar nuevos ensayos en el proceso de construcción de identidades. Esto es aún más grave cuando se trata de condenas sociales, esta posición del adulto es expulsiva y rotula a jóvenes que en lugar de un “yo soy” Santiago, es reemplazado por soy adicto; yo soy José, es reemplazado enfermo; o Marina por madre adolescente, etc. Si el adulto no asume el personaje y en cambio toma la circunstancia por la que atraviesa como la identidad real, refuerza el problema y no le permite salir de esa “escena”. Esto significa que debemos reconocer a los jóvenes como sujetos de deseo, que viven un personaje, permitirles los ensayos, favorecer la apropiación de la cultura del cuidado. Ponerlos en evidencia es una manera de abandonarlos, en cambio “entrar en el juego” es dar nuevas oportunidades, facilitando opciones que le permitan seguir ensayando propuestas que sean más constructivas. Dar nuevas oportunidades para ensayar nos interpela a nosotros mismos, nos induce a escuchar lo que decimos, lo que pensamos, lo que creemos saber. Reconocer al otro, su legitimidad y su relación con uno puede requerir de nuevas significaciones.
“Nos invitamos a revisitar los nombres dados o inventar otros nuevos para nombrar, porque todo "lo que está ahí", sea lo que sea, puede abrirse a nuevos sentidos. Para que todo "lo que está ahí" no permanezca cerrado, mudo, ahogado en la inercia, dijimos que podíamos darnos la libertad de convertirlo en "ocasiones", de encenderlo con nuevas significaciones. Todo está frente a nosotros y depende de cada uno qué hacer con sus ocasiones, esto es, con el propio cuerpo, con las propias palabras, con la ciudad en que vive, con el paisaje que lo rodea, con las demás personas, con las ideas, con los libros,... De este modo, llegamos a imaginar a un docente que, como un inquieto bibliotecario, puede convertirse en un extraordinario repartidor de ocasiones”. (Gojman, 2008) “Es preciso concebir la adolescencia como un proceso conflictivo y, a la vez creativo, hacia la adultez. En la medida en que durante este proceso se respete la voz, las necesidades y las perspectivas de los adolescentes como sujetos de derecho, y activos partícipes en su ejercicio, promoción y defensa, estarán en mejores condiciones de ingresar en la adultez con las herramientas que les permitan ejercer plenamente su condición de ciudadanos autónomos. Para ello, es preciso que desde el Estado se enfaticen aquellas acciones preventivas, particularmente las relativas a la salud sexual y reproductiva, la educación y la capacitación, que permitan romper o superar el circuito de reproducción de pobreza y marginalidad” (Checa, 2008) | | |
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